FORO
SOBRE ELECCIONES 2003
“No podemos ser peregrinos del cielo, si vivimos como fugitivos de la ciudad
terrena”
La
conciencia cristiana no permite favorecer con el voto un programa político o la
aprobación de una ley particular que contengan propuestas contrarias a los
contenidos de la fe y la moral, ya que las verdades de la fe constituyen una
unidad inseparable, por lo que no es lógico ni válido el aislamiento de uno solo de sus contenidos
en detrimento de la totalidad.
El compromiso político a favor de un
aspecto aislado de la doctrina social no basta para satisfacer la
responsabilidad de la búsqueda del bien común en su totalidad. Tampoco el
católico debe delegar en otros el compromiso cristiano que proviene del
evangelio de Jesucristo, para que la verdad sobre el hombre y el mundo pueda
ser anunciada y realizada.
Cuando la acción política tiene que ver
con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o dilaciones,
es cuando el empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad.
Ante estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, los creyentes
deben saber que está en juego el orden moral, que concierne al bien integral de
la persona.
Este es el caso de las leyes civiles en
materia de aborto y eutanasia (no hay que confundir con la renuncia al ensañamiento
terapéutico, que es moralmente legítimo), que en lugar de tutelar el derecho
primario a la vida desde su concepción hasta su término natural, lo vulneran.
Se debe respetar y proteger los derechos del embrión humano.
Análogamente debe ser salvaguardada la
tutela y la promoción de la familia fundada en el matrimonio monogámico entre
personas de sexo opuesto y protegida en su unidad y estabilidad, frente a las
leyes modernas sobre el divorcio. A la familia no pueden ser jurídicamente
equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas pueden recibir en cuanto
tales, reconocimiento legal. Así también la libertad de los padres en la
educación de los hijos es un derecho inalienable, reconocido además en la
Declaraciones Internacionales de los derechos humanos. Del mismo modo, se debe pensar en la tutela
social de los menores y en la liberación de las víctimas de las modernas formas
de esclavitud (piénsese, por ejemplo, en la droga y la explotación de la
prostitución). Se debe garantizar el derecho a la libertad religiosa y el
desarrollo de una economía que esté al servicio de la persona y del bien común,
en el respeto de la justicia social, del principio de solidaridad humana y de
subsidiariedad, según el cual deben ser reconocidos, respetados y promovidos
«los derechos de las personas, de las familias y de las asociaciones, así como
su ejercicio». Es fundamental para ello una convivencia en paz que posibilite
el diálogo y el respeto. La paz es
siempre «obra de la justicia y efecto de la caridad»; exige el rechazo radical
y absoluto de la violencia y el terrorismo, y requiere un compromiso constante
y vigilante por parte de los que tienen la responsabilidad política.
Extraído de la nota doctrinal sobre cuestiones relativas a
la conducta del católico en la vida política
+Joseph Card. Ratzinger +Tarcicio Bertone
S.D.B.
Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio a la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política.
Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio a la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política.
La sumisión a la autoridad y la
corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de impuestos, el
ejercicio del derecho al voto, la defensa del país.
Catecismo de la Iglesia Católica nº
2239 - 224
Naturalmente
el que tiene el derecho de votar no solo ha de tomar parte en la
elección, sino tomar también una decisión
de conciencia (Pío XII). Para ello debe examinar los programas y la
anterior conducta de los partidos beligerantes no menos que el saber y la
capacidad, los principios y el carácter de los candidatos que se presentan. Por
la elección, el elector aprueba en conjunto los principios y la conducta del
elegido, de tal modo que se hace corresponsable en cierto grado de ellos y de
sus repercusiones sobre el bien común. Sin embargo en las elecciones pueden ser
necesarias soluciones de compromiso,
puesto que ninguno de los candidatos que se presentan satisface plenamente, es
lícito (desde el punto de vista del mal menor) elegir el que tenga menos
defectos; si de un candidato se espera mayor provecho en un aspecto del bien
común, es lícito elegirlo, aun cuando en otro aspecto presente deficiencias
(acción de doble efecto); si en una lista se encuentran candidatos aptos, es
lícito votar en su favor aun cuando presente también candidatos menos aptos,
(acción de doble efecto). Naturalmente son de desear sistemas electorales que
permitan una mayor aproximación a las personas que aparecen como aptas.
Diccionario de moral cristiana:
Karl Hörmann.
Acerca
de la obligación de acudir a las urnas, los miembros de la comisión enseñan
que “por débil que sea nuestra democracia“ conviene que las elecciones se
realicen “de las mejor manera posible”. Al tiempo que manifiestan cautela, con
respecto a los resultados reconocen que “pueden ser un instrumento para seguir
cultivando la esperanza de que somos capaces de construir una Argentina más
allá de la magia y del desánimo”.
Al aludir a los candidatos remarcan que
deben “fundar sus aspiraciones en la moral demostrada a los largo de sus vidas, en el valor de sus proyectos, en el
compromiso por el bien común, y no en suscitar emociones engañosas”.
Sobre el panorama que tendrán las
autoridades electas, los pastores recuerdan que “afrontarán la ineludible
responsabilidad de recrear la voluntad de ser nación, de modo tal que la
sociedad argentina, que tanto ha sufrido en esta crisis, encuentre caminos para
expresarse políticamente por medio de una dirigencia renovada, representativa y
creíble”.
Comentario del último documento de
la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina
“No seamos hijos de
un presente decadente, sino padres de un futuro promisorio”
“Una
nación diferente no puede ser construida por un pueblo indiferente”
FORO
SOBRE ELECCIONES 2003
Miércoles 23
de abril de 2003 – 20,30 hs
Alcaraz 5750 ( 4567-2535
PARROQUIA Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
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